Aventurarse en las áreas boscosas de Tuoro sul Trasimeno será una experiencia interesante para los visitantes, que no sólo apreciarán la belleza de la naturaleza, sino también quedarán fascinados al ver los restos del castillo de Vernazzano.
En las laderas del monte Castiglione, sobre una superficie rocosa de unos 25-30 metros de altura, surgió la antigua ciudad de Vernazzano. Los muros de la fortificación delimitaban una superficie triangular y eran accesibles sólo por un lado, mientras que los otros dos lados daban a los precipicios. La posición elevada daba al castillo una cierta autoridad y dominio y garantizaba la seguridad de la antigua aldea.
Los primeros documentos que atestiguan la presencia del castillo de Vernazzano datan del año 960, y atestiguan su pertenencia a la abadía de S. María de Petroia.
Entre los siglos XIII y XVIII, el número de habitantes que residían cerca del castillo de Vernazzano no variaba significativamente; en 1282 se contaron 52 familias, cifra que se redujo drásticamente y que elevó a 26 las familias que vivían allí en el siglo XV. A finales del siglo XVIII, sin embargo, hubo un crecimiento demográfico y el número de habitantes llegó a 365.
Hoy quedan pocos elementos de la antigua fortaleza, como algunas partes de la iglesia de Santa Maria delle Trosce y la Torre que fue construida en el siglo XIII para defender el antiguo castillo. Esta última está rodeada de una vegetación floreciente, y está sostenida por varias varas porque actualmente hay una pendiente considerable que alcanza los 13 grados, tras los terremotos que se produjeron en la zona y el hundimiento de los terrenos que se encuentran debajo.
Hoy en día, la población que vivía en la zona delimitada por las murallas del castillo, vive en un nuevo asentamiento, en el valle.