Hoy sede del Museo Municipal, el antiguo edificio religioso se encuentra dentro de las murallas de la ciudad, en el lugar llamado Castelvecchio, que una vez albergó las casas de los Olivi y Fortebracci.
Construida en el año 1300, la Iglesia de San Francisco en Montone presenta formas sencillas propias de las órdenes mendicantes, con una sola nave, techo de vigas y ábside poligonal. El verdadero valor del edificio reside en los frescos que se han conservado en él. Construidos alrededor del siglo XV, fueron obra de varios artistas que trabajaron en la ciudad por encargo de la familia gobernante de los Fortebracci.
Destacan los frescos con escenas de la vida de San Francisco y del Juicio Final, pintados por Antonio Alberti entre 1423 y 1424; y el fresco de San Antonio de Padua entre Juan Bautista y el Arcángel Gabriel, pintado por Bartolomeo Caporali en 1491.
Según las fuentes, ya desde el 1308, y también tras las obras de ampliación de 1500, la iglesia fue anexada al convento (ahora también sede del Museo Municipal).
En el siglo XVIII, tras un incendio y con la invasión napoleónica, la iglesia sufrió muchos daños. Seguidamente, esta fue restaurada y recuperada en el siglo XIX, pasó a estar bajo el control del nuevo Estado italiano y por lo tanto a ser de dominio público.