Además de las maravillas arquitectónicas y paisajísticas de la superficie, besada por el sol y rodeada por el verde del valle que la acoge, Orvieto está flanqueada por un tesoro escondido que durante mucho tiempo permaneció desconocido, ahora conocido con el nombre de Orvieto Subterránea u Orvieto Underground.
El descubrimiento se debe a los esfuerzos de algunos espeleólogos que fueron los primeros en adentrarse en un mundo subterráneo propiamente dicho que no deja de sorprender a los que entran en él. Gracias a los estudios antiguos y modernos (los primeros censos comenzó en el siglo XIX), hoy en día se han podido reconocer hasta 1200 cavidades de diferente naturaleza, tiempo y función que constituyen el corazón laberíntico de la ciudad.
Desde la Plaza de la Catedral, una visita guiada permitirá a los visitantes explorar las maravillas de este mundo paralelo, Orvieto Subterránea, recorriendo las etapas de la historia desde la ciudad etrusca de Velzna, hasta la Urbs Vetus de la Edad Media para llegar a las cisternas, pozos, e incluso a los restos de un molino del Renacimiento y de los edad moderna. Existen numerosos «palomares», pequeñas aberturas rectangulares excavadas en la roca, generalmente en conexión con el exterior, que permitían la cría de las palomas. Se podrán reconocer los inconfundibles pozos etruscos, joyas de la arquitectura hidráulica con las «pedarole», realizadas en las paredes de las cavidades para permitir el ascenso y descenso a los pozos. Intrincados túneles recorren kilómetros por los espacios de la ciudad, mostrando restos de cisternas, salas dedicadas al refugio de animali, fulloniche para teñir la lana, incluso los restos del acueducto urbano que se construyó en el Renacimiento conectando con las estructuras de los famosos pozos de San Patricio y de la Cantera, por no hablar de la antigua Cueva de los troncos fósiles, que ha devuelto restos paleobotánicos que datan de hace 320 mil años, mucho antes de la llegada de los hombres.
El museo subterráneo privado, conocido como el «Laberinto de Adriano», merece una mención especial. La definición de Laberinto viene dada por el carácter tortuoso del recorrido que serpentea a través de una veintena de túneles, pozos, cavidades y aljibes que fueron descubiertos en los años setenta por Adriano y Rita, propietarios de la pastelería que se encuentra justo encima del museo. Con motivo de las obras de renovación del suelo, los dos pasteleros realizaron el inusual descubrimiento y transformaron la zona en un yacimiento arqueológico, que puede ser visitado con un guía y que ha obtenido el reconocimiento de museo privado.
En resumen, la naturaleza del acantilado, compuesto de toba y puzolana, nos ha permitido trabajar durante tres mil años en los espacios incontaminados del subsuelo, creando un mundo que hoy es la otra cara de la medalla de una ciudad ya de por sí maravillosa incluso en la superficie.