La singular estructura de la ciudad de Orvieto, enteramente erigida sobre la base de toba que garantizaba la protección contra los ataques del enemigo, nos ha permitido conservar en la modernidad buena parte de las inmensas puertas de la ciudad que en la Edad Media permitían el acceso al centro histórico. De las muchas puertas construidas en Orvieto, dos se han perdido completamente: la Puerta Cassia y la Puerta Aduanera (llamada así porque para el paso había que pagar un derecho de aduana). Ambas estaban situadas en la actual Plaza Cahen.
Las otras puertas están bien conservadas, visibles y aún constituyen las entradas a la ciudad: la Puerta Vivaria, accesible sólo a pie, permite entrar a la necrópolis etrusca de Crucifijo de la Toba con un pintoresco paseo a los lados del acantilado; las puertas Mayor y Soliana (o de la Fortaleza) están situadas, respectivamente, a los lados oeste y este del acantilado, fueron construidas con fines defensivos en el siglo XIII, y están decoradas con la estatua del papa Bonifacio VIII.
La última y más importante de estas puertas monumentales es la Puerta Romana, construida en tiempos modernos, en 1822, y que actualmente es la entrada principal a la ciudad. La planta es moderna, hecha de sillares de piedra regulares que dan simplicidad y elegancia a la estructura. En ambos extremos hay dos estatuas decorativas que representan el águila imperial y el ganso, tomadas del escudo de armas de Orvieto y estrechamente vinculadas a la historia de la ciudad de Roma. El ganso se refiere a los gansos del Capitolio, consagrados a la diosa Juno, que frustraron numerosos ataques a la ciudad gracias a su tumulto.