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El Anillo del Acantilado

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Para los amantes del trekking y de los paseos al aire libre, el Anillo del Acantilado de Orvieto ofrece una experiencia única en su género, gracias a la extraordinaria conformación rocosa que lo caracteriza. A lo largo de unos cinco kilómetros, todo el perímetro de la base sobre la que se asienta la ciudad es practicable a pie, con subidas y bajadas a veces en fuerte pendiente, pero siempre de corta duración. Es una caminata de dificultad media-baja, de unos noventa minutos de duración, con un paisaje natural y arqueológico de indescriptible belleza. El itinerario forma parte del Parque Arqueológico y Medioambiental de Orvieto (Paao) y comienza en el centro de la ciudad en Plaza Cahen. Tomando el camino conocido como «Le Piagge», se bordea la Fortaleza de Albornoz  y se inicia un pequeño viaje a través de la belleza del valle, pasando por monumentos naturales y artificiales como la Puerta Rocca, la Fuente de San Zeno que recibe el agua directamente del Pozo de San Patricio, y luego los restos etruscos de la Necrópolis conocida como el Crucifijo de Tufo, así llamado por el pequeño Crucifijo que fue esculpido en relieve en la pared de tufo de una pequeña iglesia construida allí. Los castaños y la espesa vegetación del fértil valle, atravesados por el Tíber y el Paglia, se alternan con espuelas rocosas e imponentes paredes de toba, que toman diferentes colores según la zona, desde el ocre oscuro, al rojo intenso, pasando por los matices más suaves de la arcilla de colores. Continuando el Anillo del Acantilado se llega a la iglesia de la Virgen del Velo, recientemente renovada y transformada en un punto de información, equipada con servicios y conocida como «Observatorio de la Rupe«. Pasando por la Porta Maggiore, se llega al Forum Boario, llamado así por el mercado de ganado que allí se celebraba y, unos pasos más adelante, se empieza a ver la imponente estructura de la Badia (Abadía de los Santos Severo y Martirio). Aquí y en otros lugares, la pared está salpicada de pequeños agujeros, excavados desde los tiempos de los etruscos, para permitir la anidación de palomas, de las que toman el nombre de palomares. En este punto el camino va llegando a su fin, subiendo por un largo camino asfaltado, se ve la cueva natural de troncos fósiles, que data de hace 320.000 años, y por otro lado el imponente edificio de la Fortaleza de Albornoz, que traerá de vuelta a los temerarios excursionistas hasta el punto de partida de la Plaza de Cahen.

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