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La Historia de Gubbio

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LA HISTORIA DE GUBBIO DESDE LOS ORÍGENES HASTA LA EDAD MEDIA

Por su favorable situación geográfica y sobre todo por la presencia de cursos de agua que hicieron fértil toda la comarca, la zona en la que se asienta la ciudad estuvo habitada y frecuentada desde tiempos muy remotos. Numerosas cuevas en los alrededores del casco urbano han devuelto restos cerámicos, hachas con armas de piedra que atestiguan la existencia de asentamientos humanos desde el Paleolítico y la Edad del Bronce. En Umbría, una de las cunas de la civilización etrusca, en el antiguo centro llamado Ikuvium, surgió una de las más florecientes civilizaciones prerromanas de las que hemos sido testigos gracias al hallazgo arqueológico más prestigiosode Italia central: las Tablas Eugubinas. En estas siete planchas de bronce de los siglos III y I a.C., conservadas en el Museo Civico-Palacio de los Cónsules, se describen los rituales ceremoniales, la vida cotidiana y las prescripciones sobre el sistema jurídico de la ciudad-estado en umbro y latín. El poder y la autonomía de la ciudad-estado queda demostrado por el respeto que los propios romanos le concedieron durante el período de su expansión en el centro de Italia. Así que cuando los etruscos, aliados con los samnitas, umbrianos y galos, entraron en conflicto con el poder romano en ascenso, los habitantes de Ikuvium permanecieron neutrales y en el año 295 a.C. firmaron un pacto de alianza con la propia Roma. La elección política valió todavía unos dos siglos de paz y prosperidad, hasta que la interferencia romana contra la ciudad-estado se hizo insostenible y obligó a los umbros a la revuelta, que fue duramente reprimida por los romanos con la inclusión de la ciudad en la tribu Clustumina (90 a.C.) y la proclamación del Municipio de Eugubium (o Iguvium) en el 80 a.C., al final de la guerra civil.

La dominación imperial fue un período floreciente y provechoso para la ciudad de Eugubium, que se enriqueció con imponentes y elegantes edificios públicosy privados, es prueba de la grandeza del teatro, que iba a acomodar a unas siete mil personas, llegando a superar el tamaño del teatro contemporáneo de Pompeya.

El destino de la ciudad cambió drásticamente con la caída del imperio, cuando en el siglo VI Gubbio siguió el destino de todas las demás ciudades italianas conquistadas por los godos, primero destruidas por un general de Totila (552) y luego reconstruidas por Narsete. Tras varios altibajos, cayó primero en manos de los bizantinos (592) y luego de los lombardos (772), hasta que en el siglo X fue destruida de nuevo por los húngaros, pasando por un período de profunda crisis que acabó en torno al año mil.

LA HISTORIA DE GUBBIO DURANTE LA ERA COMUNAL Y EL RENACIMIENTO

A partir del siglo XI, Gubbio experimentó un breve períodode sumisión a la autoridad del obispo antes de ascender al rango de Comuna Libre. Como ciudad libre atravesó un período de intensa actividad militar que la llevó en 1080 a apoyar a Florencia contra el asedio de Enrique IV, y luego en 1138 a tener que defenderse del asedio de Federico Barbarroja. En 1151 Gubbio ganó una batalla muy dura contra once ciudades enemigas lideradas por la ciudad rival de Perugia. Esta victoria le valió los honores y el reconocimiento de muchos soberanos de la época, entre ellos los mismos Enrique IV, Barbarroja y Otón IV.

Fue en este período cuando apareció en escena una figura clave en la historia de Gubbio, Ubaldo Baldassini, que se convirtió en obispo en 1128 y fue proclamado santo en 1192, unos treinta años después de su muerte en 1160. Gracias al apoyo moral y estratégico dado a sus conciudadanos, Ubaldo fue objeto de una veneración que nunca falló, hasta el punto de que aún hoy el obispo es el santo patrón de la ciudad y se le dedica la ceremonia más importante de la tradición popular: la carrera de los Cirios del 15 de mayo.

Sin embargo, los objetivos expansionistas de Gubbio tuvieron que detenerse abruptamente en 1217, cuando fue severamente derrotado por un ejército perusino. A pesar de las luchas internas entre los güelfos y los gibelinos, que se extendieron por toda la Italia central, la ciudad experimentó un período de relativo esplendor con un aumento significativo de la población y la construcción de importantes edificios públicos y religiosos, como la Catedral y los Palacios de los Cónsules y del Podestà. En 1262 la parte güelfista logró sacar lo mejor de ella y guiar el destino de la Comuna hasta 1350, cuando comenzó la tiranía del gibelino Giovanni Gabrielli. Fue el cardenal Albornoz quien, unos años más tarde, en 1354, derrotó al usurpador al poner la ciudad bajo la égida papal.

Los eugubinos debieron de soportar mal la autoridad eclesiástica a la que se rebelaron en 1376, iniciando un nuevo período de luchas internas que debilitaron la ciudad, convirtiéndola en presa fácil de los condes de Montefeltro. Los duques de Urbino guiaron el destino de la ciudad durante unos tres siglos, primero el Montefeltro (de 1384 a 1508) y luego la Della Rovere (de 1508 a 1631), convirtiendo a Gubbio en un próspero centro renacentista. Por encargo de Federico Montefeltro y luego de su hijo Guidobaldo, el bello Palacio Ducal fue construido con la creación del studiolo eugubino en la línea del más famoso de Urbino. Fue en esta época cuando se desarrollaron algunas de las artes que aún hoy constituyen la excelencia artesanal de la ciudad, como la elaboración de la cerámica, la madera y el hierro forjado, trayendo un período de riqueza y prosperidad que terminó en el siglo XVII con la dominación de la Iglesia.

LA HISTORIA DE GUBBIO DURANTE LA EDAD MODERNA

En 1631, cuando la dinastía de los Della Roverese extinguió, Gubbio cayó de nuevo bajo el control de la autoridad papal, pasando por una fase de decadencia política y económica. En el siglo XVIII, con la llegada de las tropas de Napoleón, la ciudad fue anexada a la República Cisalpina (1798) y luego a la República Romana (1798-99) y finalmente pasó al Reino Italiano (1808-14). Esta serie de acontecimientos políticos y militares arrebataron la estabilidad y prosperidad de la ciudad, que no hasta a partir de 1860, con la anexión al naciente Estado Italiano, experimentó una lenta fase de recuperación y pudo convertirse en la bella cuna de las tradiciones y de la animada destinación turística que es en la actualidad.

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