A lo largo de las calles empedradas de Asís, entre los restaurantes y las tiendas de recuerdos, es fácil encontrar estudios de artistas o tiendas de artesanía que producen objetos de fina factura. No se trata sólo de actividades comerciales, sino de prácticas que se han transmitido durante generaciones y, en algunos casos, de ejemplos típicos de la cultura y la tradición locales. Destacamos las actividades de trabajo del hierro y del cobre, con las que se realizan productos de objetos y bellas armas medievales; las actividades de carpintería, en particular de la madera de olivo, que se cultiva desde la antigüedad y se hace exuberante en estas zonas, con las que se producen objetos refinados y reproducciones de arte sagrado. Uno de los objetos más famosos de Asís es la Tau, que se produce como un colgante para colgar del cuello y llevar siempre consigo. Es un signo que se asemeja vagamente a la letra «T» y fue la forma en que en la antigüedad se representaba con precisión la última letra del alfabeto hebreo -Tau-. Su simbología está ligada a las raíces del cristianismo, se menciona en el Antiguo Testamento y formaba parte del código con el que los primeros cristianos de la época romana se comunicaban y representaban su fe en las catacumbas. Tau era muy querido por S. Francisco, tanto por su antiguo simbolismo, como porque su forma recuerda a la de la Cruz, otro símbolo muy importante en la religión cristiana. De hecho, se firmó con este símbolo en muchas de las cartas que envió a sus frailes o a otros devotos.
Si te gusta la artesanía textil, te informamos de que Asís es la tierra natal de un punto de bordado único, combinando punto de cruz y punto lineal, llamado – cómo no – punto de Asís o punto franciscano. En el interior del centro histórico se encuentran numerosos talleres que realizan artefactos con esta técnica, también por encargo, que es muy reconocible porque es uno de los pocos que utiliza una decoración «en negativo». Las figuras, que ocupan gran parte de los estilos decorativo y arquitectónico románico y gótico, están bordadas y perfiladas. La técnica, también muy antigua, fue utilizada desde 1500 por las monjas que vivían en nuestros monasterios y conventos de la ciudad. Con la llegada de la modernidad, esta tradición ha corrido el riesgo de desaparecer. Parte del mérito de su recuperación se lo debemos a una noble local, Elisabetta Locatelli Pucci, que en 1903 creó un taller especial de bordado en la ciudad que formaba parte de la cooperativa de Industrias de Mujeres Italianas, una prestigiosa realidad empresarial nacional de principios de siglo. El punto de Asís y su antigua tradición fueron salvados. Desde entonces, se han establecido muchas escuelas en la zona y la tradición también se ha convertido en un importante recurso económico.