No muy lejos de Todi y ubicado en una colina a 369 metros sobre el nivel del mar, Loreto con su castillo es hoy uno de los municipios más recónditos de la región, de difícil alcance, especialmente en los meses de invierno, cuando los caminos que lo conectan con los centros vecinos se vuelven casi imprácticos.
El nombre deriva, quizás, de la gran cantidad de maderas de laurel (laurus) presentes en el área.
Debido a su posición estratégica, el Castillo de Loreto era un importante puesto de guardia, vigilado continuamente por centinelas y fortificado por una gran torre que ahora alberga escuelas primarias.
En el interior del complejo había una pequeña iglesia dedicada a San Lorenzo, de estilo románico y con una elegante campanario que se conoce desde 1171 con la presencia de un prior y tres cánones. Las últimas restauraciones de la época se remontan a 1948.
El hecho de que la zona ha sido frecuentada durante mucho tiempo es atestiguado por el descubrimiento de dos pequeños bronces que datan de los siglos III y II a.C. Poco después surge la tradición según la cual el obispo Terenciano, martirizado en el siglo I d.C., se apareció a una mujer, Santa Lorenza, para confiarle una reliquia de su cuerpo glorificado unos cuarenta años antes.